Salud cardiovascular
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PROMOCIÓN DE LA SALUD CARDIOVASCULAR: Estrategias, retos y oportunidades

INTRODUCCIÓN

La población mundial continúa creciendo de forma imparable. Paralelamente, la población envejece y estamos siendo testigos de un incremento alarmante de determinados factores de riesgo cardiovascular (FRCV), como los malos hábitos nutricionales y la obesidad, con un impacto incuestionable en el estado de salud de la población general. Nos encontramos, por lo tanto, ante una pandemia de la enfermedad cardiovascular (ECV), cuyas causas son multifactoriales y complejas e implican a diversos sectores de la sociedad. La promoción de la salud cardiovascular debe expandirse a lo largo de la vida del individuo, desde las edades más tempranas, cuando se adquieren los hábitos de vida cardiosaludables, hasta la vejez.

DIMENSIÓN GLOBAL DE LA ENFERMEDAD CARDIOVASCULAR: IMPACTO SANITARIO Y ECONÓMICO

La sociedad de consumo en que vivimos no invita a llevar una vida saludable, y las consecuencias son más devastadoras si tenemos en cuenta las desigualdades sociales, el contexto económico y la explosión demográfica de las últimas décadas. La expansión de los malos hábitos nutricionales, la obesidad y la hipertensión contribuye cada vez más a un desarrollo epidémico de las ECV. Los factores que influyen en el deterioro de nuestra salud pueden agruparse en varias categorías. Hay factores de riesgo de tipo genético y de tipo biológico (hipertensión, dislipemia, diabetes mellitus), cuya influencia negativa está modulada por factores de comportamiento (dieta, actividad física, tabaquismo) que, a su vez, dependen de factores estructurales (características demográficas cambiantes de la sociedad en que vivimos, desarrollo económico, coyuntura sociopolítica, educación, cultura y globalización). La expresión patológica de estos factores de riesgo son la enfermedad aterosclerótica e hipertensiva, principalmente la enfermedad isquémica cardiaca y la enfermedad cerebrovascular. En 1990 se produjeron 26,6 millones de muertes por ENT (el 57,2% de un total de 46,5 millones de muertes), que en 2010 aumentaron hasta los 34,5 millones (el 65,5% de 52,8 millones de muertes), por lo que se convertía en la primera causa de muerte en todo el planeta, exceptuando África subsahariana y el sur de Asia. Las proyecciones de mortalidad son escalofriantes, con una mortalidad estimada de 56 millones en 2030. En cuanto a morbilidad, la carga global de las ENT ha aumentado del 43% en 1990 al 54% del total de años de vida ajustados por discapacidad en 2010. El impacto económico es igualmente alarmante, dado que un incremento del 10% en la tasa de las ENT conlleva un descenso en el producto interno bruto del 0,5%. En 2010 el coste de las ENT se calculó en 6,3 trillones de dólares, con un incremento estimado de más del 100% en 2030 (cuando llegaría a alcanzar un coste de 13 trillones de dólares). La pérdida proyectada de ganancia económica global acumulada en el periodo 2011-2030 a causa del impacto de las ENT será de 46,7 trillones de dólares, de los cuales 21,3 trillones (el 46%) se darán en países de ingresos medios-bajos. La carga global de las ENT en estos países tendrá consecuencias negativas para la pobreza y las condiciones económicas ya endurecidas de por sí a causa de las enfermedades transmisibles, lo que sin duda frenará el desarrollo. Además, muy pocos países poseen los recursos fiscales necesarios para afrontar la carga sanitaria, económica y social que les será impuesta por las consecuencias de la ECV.

LA ENFERMEDAD CARDIOVASCULAR EN LOS PAÍSES DE INGRESOS MEDIOS-BAJOS

El desarrollo rápido de una región y los cambios sociales y económicos resultantes están creando un entorno que facilita y promueve la aparición de FRCV, cuyo impacto en la población está causando la epidemia de ECV y otras enfermedades crónicas en países de ingresos medios-bajos. Por desgracia, el aumento en la prevalencia de estas enfermedades, así como el grupo etario al que afecta (principalmente < 60 años), llegará en último término a mermar el crecimiento económico de países emergentes por el efecto deletéreo que las muertes prematuras y la discapacidad tendrán en la productividad y la clase trabajadora. Es más, el aumento en el coste de la sanidad empeorará la tasa de pobreza, dado que las familias tendrán que pagar servicios sanitarios durante periodos más largos, tratamientos farmacológicos y rehabilitación. Estos costes, a su vez, impondrán presión adicional a recursos limitados para programas sanitarios nacionales. Se trata, por lo tanto, de una triste paradoja: más de 50 años de lucha contra la ECV en la mayoría del mundo occidental se ven amedrentados por el rápido aumento de la tasa de mortalidad por ECV en países de ingresos medios-bajos, precisamente por la adopción de estilos de vida occidentales. Paralelamente, el envejecimiento poblacional implica que los sistemas de salud tengan que proveer respuesta no solo a individuos con enfermedades cardiacas, cáncer o enfermedades cerebrovasculares, sino que además aumentará la tasa de individuos con múltiples enfermedades crónicas.

ESTRATEGIAS Y OPORTUNIDADES EN EL CONTROL DE LA EPIDEMIA DE ENFERMEDAD CARDIOVASCULAR.

La prevención cardiovascular se puede enfocar a escala individual o poblacional. El enfoque individual utiliza una estrategia de estratificación, en la cual los individuos se someten a un estudio de presencia de factores de riesgo y se trata a quienes se clasifican por encima de un punto de corte. Esta estrategia tiene la ventaja de que el sujeto recibe un tratamiento individualizado que optimiza la razón riesgo:beneficio. No obstante, acarrea unos costes de criba muy elevados y la predicción del riesgo de la mayoría de las herramientas utilizadas actualmente (PROCAM, Framingham) continúa siendo imprecisa y podría no reflejar el riesgo real a largo plazo. Además, la utilización de variables cualitativas ignora que la relación entre la mayoría de los factores de riesgo (presión arterial, colesterol unido a lipoproteínas de baja densidad, tabaquismo), y la ECV es continua y lineal. Por lo tanto, estamos ante lo que Rose denominó «paradoja de la prevención», es decir, cuando intervenimos sobre los sujetos de alto riesgo (que son una minoría de la población), perdemos la oportunidad de intervenir sobre los sujetos de riesgo intermedio, que son la mayoría de la población que presenta los eventos cardiovasculares. Así pues, la estrategia con el individuo de alto riesgo debe acompañarse de una estrategia poblacional dirigida a disminuir los niveles de los FRCV en poblaciones enteras. Por ello, es importante distinguir dos grandes estrategias de intervención: la promoción de la salud y la prevención de la enfermedad. La promoción de la salud cardiovascular se basa en promover y mantener un bajo riesgo cardiovascular. La prevención de la ECV se centra, sin embargo, en pacientes con alto riesgo cardiovascular de presentar eventos críticos — como infarto agudo de miocardio o ictus cerebral— e intervenciones para paliar su impacto en la salud. Así, la promoción de la salud generalmente conlleva intervenciones poblacionales, mientras que la prevención de la ECV es individual. ¿Cuál es, entonces, la mejor estrategia? La prevención primordial parece ser la mejor opción a largo plazo. Se trata de prevenir que acontezcan los factores de riesgo optimizando estilos de vida que se asocian con buen control de la presión arterial, bajas concentraciones de colesterol, peso corporal ideal, práctica de ejercicio físico y abstención de tabaco. Una intervención de este estilo requiere aplacar los FRCV promoviendo la salud, implantando políticas de vida saludable y creando un entorno físico que conduzca a adoptar y mantener estilos de vida cardiosaludables durante el curso de la vida, desde la infancia a la vejez.

CONCLUSIONES

Las distintas sociedades científicas tienen la obligación de utilizar su conocimiento y su experiencia para combatir la lucha mundial contra la ECV y las enfermedades crónicas. Recientemente se han propuesto diferentes innovaciones que incluyen estrategias para el control del tabaco y la reducción del sodio en la dieta, que podrían prevenir > 1 millón de muertes anuales en países en vías de desarrollo a un coste de aproximadamente 0,50 dólares por persona y año. El uso de terapias farmacológicas seguras y baratas en combinación fija, como el «policomprimido» (en países desarrollados), representa otra estrategia prometedora en la prevención de la ECV. Informes recientes han propuesto diferentes recomendaciones de salud pública baratas y con alto impacto potencial, como el control de la ingesta de sodio en la dieta y la implementación de medidas para el control del tabaquismo. El trabajo se perfila arduo, pero tenemos la obligación moral de apoyar la lucha mundial contra la ECV, la pandemia de nuestra era.

DESDE EL SERVICIO FARMACÉUTICO HACEMOS EXTENSIVA LA INVITACIÓN A TODO EL PERSONAL ASISTENCIAL PARA QUE TOMEMOS CONCIENCIA DE LA IMPORTANCIA Y EL IMPACTO QUE GENERA UN USO ADECUADO DE LOS MEDICAMENTOS.

Elaboró: QF. Ramón Largo Bañol

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